En estos días la echo de menos como la que mas. Corazón cobarde el mío, por dejarla escapar.
Tenía miedo a depender tanto de alguien como para enloquecer, pero de lo que no me daba cuenta, era de que ya estaba hecho, se me había adelantado.
Me paré a pensar. Ella ya era la dueña de todo (de todo lo que a mi respectaba), y no podía hacerse nada para que eso cambiara.
Confiaba en mi, y lo dejaba pasar, pensando que podria ser tan fuerte de olvidarla en una semana, pero no, que gran mentira.
Es algo pasajero, me decía, un rollete, cosas sin importancia. Aunque sabía de sobra los efectos que en mi tenía que pasara a mi lado.
El miedo vino de repente, cuando veía lo mal que lo pasaba al estar cinco minutos sin hablar con ella, a buscar conversaciones prohibidas en nuestras conversaciones diarias, a hacer locuras por llegar a ella, verdaderas locuras.
Por suerte, el miedo duró poco tiempo. Por desgracia, el miedo hizo que la perdiera, y que no hubiera nada que la atara a mi.
Hoy miro sus fotos y veo que sin ella nada es lo mismo, yo no soy la misma. Dicen que siempre hay alguien con quien quieres compartir el resto de tu vida. Pues ahí esta, con ella, siempre con ella.
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